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Cuenta la Leyenda... que la Diosa Ansenuza reinaba soberana sobre la gran Laguna. Era cruel y egoísta, pues la única ofrenda que la volvía propicia era el primer amor de los mancebos. Un día vio llegar a la costa a un príncipe indio mal herido en la guerra, que tristemente le sonrío a la Diosa. A ella por primera vez el amor le sacudió el alma, pero pronto desesperó al comprender el destino de su amado. El cristalino espejo del agua se convulsionó, un trueno estremeció el cielo y las nubes lloraron con su Diosa; el caos duró un día y una noche. Al amanecer las heridas del joven habían cicatrizado, recordó a la mujer y comenzó a avanzar por el agua. Y siguió así hasta que un tenue rayo rosado de amanecer lo transformó en flamenco. Desde ese momento las aguas del Mar de Ansenuza, son curativas.

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